LA BARBARIE DESARROLLADA

Hemos demorado mucho en publicar este número. En efecto, las pocas buenas noticias que podemos anunciarles parecen sepultadas en la masa de mentiras que diariamente vuelcan los grandes medios de comunicación. La protección de la vida humana en Francia, así como en el ámbito internacional, sigue agredida con  vigorosos instrumentos. Pero es  indispensable decir la verdad. En algún momento, finalmente, terminará por ser oída.

Los grandes medios de comunicación dejan totalmente de lado esta (mala) situación, porque se preocupan ante todo por  agradar a sus ídolos políticos o ideológicos ; por lo tanto, difunden propaganda de guerra y noticias de intención distractiva. Los siguientes artículos describen la situación y responden a ese distraccionismo tramposo.

Asistimos efectivamente a un vuelco mayor en la Historia:  los países occidentales parecen estar realmente bajo la inminencia del Juicio de Dios, por su persistencia en rechazar y mofar su ley, en especial la que prohíbe el homicidio : hemos masacrado a más de mil millones de niños entre 1975 y 1997, con sólo difundir el aborto en el planeta (es la ONU quien lo afirma). Ya no es posible hablar, como todavía lo hacen algunos, de «civilización» occidental, o como lo hacen sus adversarios, de ôcristiandadö. Nuestros amigos del Tercer Mundo califican a los países occidentales de  «barbarie desarrollada» , desarrollada porque beneficiaron durante siglos de la influencia cristiana hoy rechazada. Hoy ya no existe una "civilización" cristiana, sólo quedan sociedades malsanas en avanzada descomposición, que todavía disponen de un capital de riqueza, ciencia, técnica y cultura, heredado de los siglos de Cristianismo. 

Una víctima inocente del terrorismo local,
característico de las sociedades bárbaras.

Toda la Historia demuestra que el rechazo al Cristianismo atrae inevitablemente el Juicio de Dios, bajo la forma de miseria, guerras o plagas diversas. Hace algunos años, evoqué la  «paradoja del Caldeo » : Habakuk, el profeta del Antiguo Testamento, comienza su libro interrogándose sobre la violencia y la maldad de su propio pueblo, el pueblo judío. Éste ha  «derramado la sangre de los hombres» , ha «cometido violencias» , está  «construyendo una ciudad con sangre» . ¿Por qué no interviene Dios?
Dios le responde que enviará a los Caldeos para masacrarlos. Sorpresa de Habakuk : los Caldeos son mucho peores que sus  compatriotas, son un pueblo aún más orgulloso y cruel,  «establece por sí mismo su derecho y su supremacía» , es un pueblo de saqueadores ; ¿cómo puede Dios utilizarlo para juzgar al pueblo de Israel ? El resto es Historia : en 587 antes de J.C., Nabucodonosor destruyó Jerusalén y llevó cautivos a los judíos sobrevivientes. El cautiverio duró 70 años.

Nos encontramos hoy en la misma situación. Ciertos bárbaros han masacrado a numerosos civiles dentro de un país que creía vivir en paz y en seguridad : los Estados Unidos de América. Los que murieron no eran más culpables que el resto de la población, pero el mensaje fue claro, y ha sido comprendido de la misma manera por los cristianos : católicos y protestantes.

«Hemos pecado contra   Dios todopoderoso en el nivel más alto de nuestro gobierno, hemos puesto nuestro dedo en Tu ojo (...) La Corte Suprems Te ha insultado una y otra vez» (Pat Robertson, CBN News, 13/09/2001), «Cuando destruimos a 40 millones de bebés inocentes, airamos a Dios.» (Jerry Falwell, misma audición), «Dios sigue retirando la cortina que protege a nuestro país y sigue permitiendo así que los enemigos de América nos den lo que probablemente merecemos» (J. Falwell), «Yo no creo que podamos esperar que Dios nos proteja y nos guíe, a menos que la emprendamos contra los terroristas en NUESTRO país... No podemos continuar insultando a Dios aquí, y pedir al mismo tiempo que nos bendiga.» (Madre Angélica, EWTN, 25/09/2001, refiriéndose a la pornografía, el aborto, etc. como a un «terrorismo» local), «Si algo existe que el Señor odie lo suficiente como para destruir ciudades y naciones, es el derramar sangre inocente. Y desde que la Suprema Corte legalizó el aborto en 1973, Estados Unidos derramó muchísima sangre inocente: 40 millones de bebés han sido asesinados» (Tom Hess, Citizen, nov. 2001).

No son éstos los únicos líderes espirituales que han reaccionado de esta manera, a pesar de la incomprensión de los grandes medios de comunicación y de los políticos. Estos últimos prefieren lanzarse a una guerra, olvidando que cada día el aborto hace 4000 víctimas inocentes en los Estados Unidos, sin contar los envenenamientos   ôcontraceptivosö. El aborto masivo contemporáneo, por otra parte, ¿no condena por sí solo a un pueblo que sacrifica a sus hijos, asegurando así su propia desaparición?

La única escapatoria eficaz es la siguiente : «Vuestras manos están llenas de sangre. Laváos, purificáos, apartad de mis ojos la malignidad de vuestras acciones, cesad de obrar mal. Aprended a hacer el bien, buscad lo que es justo, socorred al oprimido.» (Isaías 1:16-17). ¿Existe alguien más oprimido que el niño a quien se le impide nacer ?

Thierry LEFEVRE


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